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jueves, 2 de abril de 2015

El grave error de Daniel Martínez



El pasado 26 de marzo para conmemorar un nuevo aniversario del Frente Amplio se realizó un acto con oratoria de sus tres candidatos a la Intendencia de Montevideo.

El País.com.uy / Editorial - jue abr 2 2015
Como era de esperar, en plena campaña electoral hacia las elecciones departamentales, los discursos fueron encendidos y los candidatos se sacaron chispas para ver quién hacía el discurso más frentista. En un segundo plano, la actual intendente Ana Olivera miraba y aplaudía. Después de todo, que no sea ni siquiera uno de los tres candidatos oficialistas es un reconocimiento implícito del fracaso de su gestión que se va con un saldo desastroso para la ciudad.
La candidata del PVP optó un discurso de barricada, arguyendo que los candidatos de la Concertación "no han propuesto una idea" y que quieren "romper" la obra frentista.
Son expresiones propias de un radicalismo que no se condice con la realidad y que buscan recoger un voto cargado de resentimiento que afortunadamente es menor en nuestro país.
La candidata emepepista Lucía Topolansky dio por seguro el triunfo del Frente en Montevideo y destacó que lo importante es la cuantía del triunfo. En efecto, dijo que quiere ganar las ocho alcaldías del departamento y una mayoría importante en la Junta Departamental. En otras palabras quiere el poder absoluto y sin controles que es lo que le daría al Frente el panorama que describe. Si efectivamente se diera un resultado en que el oficialismo triunfara en todas los municipios y obtuviera la mayoría especial de 21 ediles en el legislativo departamental, la oposición se quedaría sin posibilidades reales de realizar siquiera las más básicas funciones de contralor.
Los consejos municipales, y en particular los alcaldes, son una barrera contra los desbordes del mayoritarismo desenfrenado. Pueden ser ejecutores y controladores de la acción del gobierno departamental o meros amanuenses, depende de cómo encaren su función. El Frente Amplio aunque quiere minimizarlo, sabe que la creación del Partido de la Concertación le da excelentes chances a la oposición de ganar el municipio CH (Pocitos, Punta Carretas, Buceo, Parque Batlle y parte de La Blanqueada) y buenas perspectivas en algunos otros. Es más, la votación de la departamental de 2009 y la nacional del año pasado confirman las expectativas de los concertacionistas.
Por su parte, la mayoría especial que quiere Topolansky en la Junta Departamental es para eludir los controles a que puede acceder la minoría. Si en estos años hemos presenciado actos de desprecio a los ciudadanos tan alevosos como el desastre del corredor Garzón, la compra de mobiliario de lujo para el despacho de Ana Olivera o la "desaparición" de obras de arte de elevado valor patrimonial y económico, imaginemos que puede llegar a pasar ante una nueva administración sin ningún tipo de freno efectivo.
Pero el más estridente de los discursos lo protagonizó Daniel Martínez. El candidato que algunos analistas presumen puede arrastrar votos de simpatizantes de los partidos fundacionales arremetió con dureza, voz impostada y en actitud que costaba reconocerlo, contra blancos y colorados.
Expresó que "Virginia, Lucía y Daniel Martínez somos parte de un mismo proyecto, nos complementamos y nunca habrá una palabra de agresión entre nosotros porque ante todo lo que nos importa es que gane el Frente Amplio. ¡Y envídienos blancos y colorados o llámense Concertación! ¡Y gane quien gane estaremos los tres juntos festejando en la calle junto a ustedes! ¡Envídienos!"
Amén de la bravuconada y la curiosa referencia a sí mismo en tercera persona, las palabras exaltadas y fuera de lugar de Daniel Martínez chocan con la imagen del moderado que capta votos extrapartidarios. ¿Qué blanco o colorado puede votar en definitiva a un candidato que los increpa a los gritos y les dice que lo envidien?
Ese discurso de Martínez es su primer grave error de campaña y lo aleja de la posibilidad de captar votos no frentistas. También el reconocimiento, obvio pero negado hasta hace poco, de que finalmente gane quien gane entre los candidatos del Frente da lo mismo. Gobernarán con el mismo programa y el mismo equipo que tiene a Montevideo postrado, sucio y trancado hace un cuarto de siglo.


Se equivocó feo Martínez en la forma y en el fondo. Blancos y colorados no tienen nada que envidiar al desastre de malos manejos, ineptitud y desidia con que se ha gobernado Montevideo. Por el contrario, hoy mal que le pese, la Concertación es la única alternativa para recuperar nuestra capital.
Fuente: El País.com.uy /Editorial

Temas

 


miércoles, 18 de marzo de 2015

A propósito del Antel Arena



Como tantas otras obras anunciadas prácticamente como realidades concretas durante el gobierno anterior, el proyecto de erigir un "estadio multimodal" denominado Antel Arena no pasó de ser un proyecto.
El País.com.uy / Editorial - mar mar 17 2015
Su comienzo de ejecución, postergado en septiembre de 2015, depende ahora de la administración de Tabaré Vázquez que deberá empezar los trabajos desde cero con una inversión inicial cifrada en unos 40 millones de dólares, pero que en los hechos demandará desembolsos superiores.
Esta situación heredada del gobierno de José Mujica llevó al ministro de Economía, Danilo Astori, una vez impuesto en su cargo, a señalar que la idea de emprender esa obra faraónica será analizada otra vez como parte del plan para racionalizar las inversiones de las empresas públicas que, como es sabido, acusaron graves pérdidas en el quinquenio anterior. Tal análisis en torno al Antel Arena debería tomar en cuenta no solo los aspectos económicos sino también los jurídicos.
En efecto, como en su momento lo advirtió el Tribunal de Cuentas, en la ley orgánica de Antel no hay un solo artículo que habilite al ente a meterse en la camisa de once varas que es ese estadio. El artículo 190 de la Constitución estipula que "los entes autónomos" no podrán realizar negocios extraños" a los asignados por la ley o "disponer de sus recursos para fines ajenos a sus actividades normales". Construir un estadio no entra ni con calzador, en los objetivos naturales de Antel por más que su ex presidenta, Carolina Cosse, hoy investida como ministra de Industria, haya vendido esa idea como "una fantástica operación de marketing".
En la Junta Departamental de Montevideo, al momento de autorizar la obra, ediles de la oposición expusieron las razones jurídicas por las cuales no correspondía habilitarla. Sin embargo, en tiempos en donde imperaba aquella premisa presidencial de que lo político primaba sobre lo jurídico, la mayoría automática de ediles del Frente Amplio aprobó el proyecto. Un proyecto que les venía de perillas para brindarle a la ciudad, al menos una obra de enjundia que mostrar como fruto del extenso lapso en que la capital está (mal) gobernada por la izquierda.
Hasta ahora, siguiendo las consignas impartidas por Cosse, el estadio y el centro de conferencias anexo, han sido apenas marketing fantástico. Así lo prueban episodios como el show multimedia que resultó ser la implosión de los restos del Cilindro Municipal o la extravagante asociación entre nuestro ente telefónico y la NBA (National Basketball Association) de Estados Unidos. Nadie hubiera imaginado que esa empresa pública iba a terminar organizando clínicas de baloncesto, contratando estrellas yanquis o pagando la costosa tarifa de los canales de cable para publicitar sus servicios en gran parte de Sudamérica a través de los partidos de la NBA.
Es cierto que el sitio en donde iría el Antel Arena, el viejo Cilindro Municipal hospedó muchos torneos de baloncesto, entre ellos un campeonato mundial. Pero si lo que se quiere es homenajear de alguna forma el pasado de aquella obra de ingeniería avanzada, mejor hubiera sido que la intendencia investigara a fondo el origen del siniestro que acabó con el emblemático edificio. Porque hubo denuncias previas sobre la situación del Cilindro y responsabilidades ulteriores del desastre que no se aclararon pese a que la intendenta Ana Olivera anunció un sumario del cual, a la postre, nunca se supo nada.
Es probable que Cosse deba defender las virtudes de su proyecto ante el nuevo equipo económico encabezado por Astori. Si eso ocurre ella repetirá que es común en el mundo la vinculación entre empresas de comunicación y estadios deportivos. Esa es una verdad parcial pues si bien existen similares de Antel que participan en la gestión de estadios como el proyectado, no es común que se encarguen de construirlos. Otro desafío para Cosse será justificar la inversión repitiendo —con audacia sin par— lo que afirmó hace un par de años: que una vez puesto en marcha el "estadio multimodal" cosecharía unas ganancias anuales de 10 millones de dólares con lo cual en cuatro años, recuperaría la inversión efectuada. ¡Increíble!
Ahora, investida como ministra de Industria, con el viento en la camiseta que trae de la era Mujica, Cosse insistirá con sus planes para el ente telefónico. Un primer intento lo hizo cuando pretendió trasladar su despacho ministerial a la futurista Torre de Antel y rebotó malamente. Quizás ese sea un anticipo de las dificultades que la aguardan en su gestión bajo el nuevo gobierno.
Fuente: El País.com.uy / Editorial



viernes, 13 de marzo de 2015

El País, Editorial: Difícil de comprender



Las primeras medidas del nuevo gobierno han generado amplios consensos y dejado a (casi) todo el mundo contento. Es verdad que eso es algo que suele pasar a principios de todo mandato, y sino vale recordar el enamoramiento general con el ex presidente Mujica tras su ya discurso inaugural ante la Asamblea General, y la profunda decepción que terminó generando en propios y extraños cinco años después.
El País.com.uy / Editorial - jue mar 12 2015
Pero esta vez parece haber algo más. Las medidas encaminadas a poner orden en materia de política exterior, a dejar el alineamiento automático y el servilismo respecto del gobierno argentino, y a terminar con el Carnaval de cargos políticos en esa cartera fundamental, han sido recibidas con general alegría. Lo mismo la decisión de frenar el dispendio con el que el gobierno anterior usó el FONDES, y el dinero de los contribuyentes para financiar cualquier tipo de proyecto, sin la más mínima evaluación sobre su viabilidad. Algo parecido está pasando con la política en materia de recepción de refugiados sirios, la venta de marihuana en farmacias, etc. etc.
Hasta acá todo luce razonable, pertinente, y en línea con lo que mucha gente esperaba de una administración de alguien como Tabaré Vázquez, tras cinco años de desquicio mujiquista. Ahora bien, para un testigo medianamente imparcial, esto no deja de aportar un retrogusto amargo al analizar la realidad.
Durante la campaña electoral, todos estos puntos figuraban en el centro mismo de las críticas que la oposición hacía al gobierno saliente del Frente Amplio. Sin embargo, desde el oficialismo no solo se hacía una defensa abroquelada de estas cosas que ahora se decide cambiar, sino que se agredió de manera chocante a todo aquel que marcara un matiz. El que no estaba de acuerdo con lo que había hecho el gobierno de Mujica era un derechista insolidario, un neoliberal sangriento, un antipatria, un enemigo del pueblo.
Sin embargo, bastó que Vázquez llegara al gobierno para que justamente se abocara a meter bisturí en todas esas mismas áreas objeto de crítica durante la campaña. Tal vez por eso mismo, Vázquez se negó sistemáticamente a un debate con sus rivales, o incluso a hablar demasiado de lo que pensaba hacer en caso de ganar. Es comprensible, si se hubiera dedicado a decir que el gobierno de Mujica fue un desquicio voluntarista, es probable que la crisis interna que hubiera desatado en su partido le hubiera complicado mucho la victoria electoral.
Pero de todas formas, el mensaje que deja todo esto es triste y poco edificante.
Por un lado hace sentir que la campaña electoral no es más que un trámite desagradable, que el candidato más inteligente es aquel que sabe callarse la boca, y usar una especie de estilo maquiavélico para llegar al poder, para después hacer con él lo que se le da la gana. Si algo negativo ha impuesto Tabaré Vázquez desde que llegó a la política nacional, es la consagración de la total subestimación del votante, a quien cuanto menos se le diga, cuanta menos información se le dé, mejor para quien quiera llegar al gobierno. Eso podrá servir a corto plazo, pero es un mensaje sumamente negativo para la salud de un sistema democrático.
Pero hay algo todavía más grave. El sembrar entre los ciudadanos una crispación y una división tajante en materia política e ideológica, cuando en el fondo ni siquiera se tiene una receta tan distinta de lo que se debe hacer con el gobierno una vez conquistado.
Todo ese clima de enfrentamiento, de polarización radical que se vivió en la previa de las elecciones, ahora queda claro que no tenía ninguna razón de fondo. Salvo por algún grupo menor de ultraizquierda, y los groupies de la figura de Mujica, toda la oposición y la mayor parte del oficialismo, estaba de acuerdo en el diagnóstico de los problemas del país, y en lo que había que hacer para intentar solucionarlos.
Que ese foso que se generó en la sociedad uruguaya entre buenos y malos, era totalmente artificial, y que no era más que una construcción mentirosa con el fin de consolidar la base de votantes y generar un enemigo externo imaginario. Hoy, en este clima de armonía política, de luna de miel post 1º de marzo, esa afirmación parece exagerada. Pero quien afine la memoria, o vaya a las hemeroteca de los diarios de la campaña, verá el nivel de enfrentamiento estéril que marcó a la misma.
Algo que debe ser analizado con inteligencia y grandeza por todos los dirigentes políticos del país. Pero sobre todo por los votantes. Si estos premian a quien los subestima, y a quien los usa de esa forma, después poco derecho habrá a quejarse.
Fuente: El País.com.uy /Editorial

domingo, 17 de agosto de 2014

Opinion: El desafío de "estar (y seguir) vivos"



OPINION COMPARTIDA

El desafío de "estar (y seguir) vivos"
El presidente Mujica, ese emblema del palabrerío, afirmó días atrás en su audición radial: "Vivimos olvidando cuál es la mayor riqueza que tenemos: estar vivos". No hay dudas de que su afirmación es esencialmente cierta, lástima que la realidad del país que él preside envía periódicamente dramáticas señales de que ello no es así: la actitud de las autoridades responsables apunta en otro sentido.
El País Editorial dom ago 17 2014
Lo peor, es que ese doble discurso ha hecho impacto en la población, que ante la reiteración del horror que significa la muerte "gratuita" ha perdido los reflejos del sobresalto y la indignación, como si el ánimo de quien mira o lee las noticias ingresara poco a poco en una situación de anestesia, que impide la reacción ante la gravedad de los hechos. El hábito lleva así a la indiferencia.
En los últimos días (para no remontarnos más atrás en esta suerte de terror) han ocurrido dos episodios, que una sociedad con sus valores fundamentales intactos hubiera expresado de manera fuerte su malestar y su rechazo, porque se menospreció, justamente, la vida y el resultado fue la muerte. La primera víctima fue un hombre de 74 años que vivía en una casa de salud. Se descompensó y fue llamada la Unidad Coronaria Móvil (UCM). Como el paciente era usuario de ASSE (sigla de una institución que provoca temblores), la Coronaria llamó a la coordinadora central de CTI y allí empezó el dramático final de su calvario. Se le indicó a la UCM que debía trasladar al hombre al Hospital de Las Piedras, pero llegado allí, el médico de guardia se negó a ingresarlo por falta de lugar.
El personal de UCM volvió a ponerse en contacto con la coordinadora de ASSE en busca de una nueva alternativa, pero la respuesta de la funcionaria fue contundente: "Tengo orden de no recoordinar pacientes", según declaró el gerente asistencial de la Emergencia a El Observador. En diálogos y discusiones pasaron las horas con el paciente en la ambulancia, hasta que sufrió un paro cardíaco y murió, pese a los intentos del personal de la UCM por reanimarlo.
Este hombre dejó de "estar vivo" por obra y gracia del funcionamiento de los Servicios de Salud del Estado, no porque haya olvidado "cuál era su mayor riqueza".
El segundo caso fue el de Melissa, una jovencita de 15 años que vivía en la localidad de Suárez y pretendió ir con unos amigos a una fiesta de cumpleaños. A la salida, se produjo una pelea entre bandas rivales y, por más que la chica no participó de los incidentes, recibió un balazo y murió en el lugar. Solo 15 años y dejó de "estar viva", que era "su mayor riqueza". ¿Cuál fue la reacción de las autoridades competentes? El ministro Bonomi se concentró en denostar al local ("no tenía las características mínimas aceptables"), pero ni una palabra sobre la violencia que campea implacable en las calles y barrios.
Así vamos. Estos gobiernos que han pretendido refundar al Uruguay convocan con sus actos y palabras a manifestaciones por la legalización de la marihuana, por la igualdad de sexos, por el matrimonio homosexual o, como ocurrió también recientemente en una casa de remates, para rechazar la subasta de trofeos de animales africanos, mientras la sociedad aletargada, observa todo eso como si fuera natural y no le rechina que nadie reclame por la vida de sus ciudadanos. Hombres y mujeres que mueren aunque no estén "vinculados a la delincuencia, narcotráfico y carezcan de problemas familiares importantes" (subsecretario Jorge Vázquez dixit).
Algo anda muy mal y no va a ser fácil restablecer valores mínimos que han ido desapareciendo en un país donde los derechos humanos de la sociedad pueden incluir cualquier cosa, menos la vida y la propiedad. Mueren o son rapiñados porque las autoridades son incompetentes e ineficaces a la hora de cumplir con sus responsabilidades. Porque el catecismo "progre" no se preocupa de estas "menudencias", aunque el presidente de la República las utilice en su filosofía de jardinera.
Este es año de elecciones nacionales y es año de reflexión, porque lo que el ciudadano decida va a ser lo que reciba en los próximos cinco años. Va a afectar al hombre de 74 años que pretende ingresar en un hospital en la ciudad, o a la chica de 15 años que sale de un cumpleaños en su pueblo. Tal vez sea cuestión de pensar en serio que la mayor riqueza que tenemos es estar vivos y preocuparse además por tratar de seguir vivos; luego votar.