domingo, 17 de agosto de 2014

Opinion: El desafío de "estar (y seguir) vivos"



OPINION COMPARTIDA

El desafío de "estar (y seguir) vivos"
El presidente Mujica, ese emblema del palabrerío, afirmó días atrás en su audición radial: "Vivimos olvidando cuál es la mayor riqueza que tenemos: estar vivos". No hay dudas de que su afirmación es esencialmente cierta, lástima que la realidad del país que él preside envía periódicamente dramáticas señales de que ello no es así: la actitud de las autoridades responsables apunta en otro sentido.
El País Editorial dom ago 17 2014
Lo peor, es que ese doble discurso ha hecho impacto en la población, que ante la reiteración del horror que significa la muerte "gratuita" ha perdido los reflejos del sobresalto y la indignación, como si el ánimo de quien mira o lee las noticias ingresara poco a poco en una situación de anestesia, que impide la reacción ante la gravedad de los hechos. El hábito lleva así a la indiferencia.
En los últimos días (para no remontarnos más atrás en esta suerte de terror) han ocurrido dos episodios, que una sociedad con sus valores fundamentales intactos hubiera expresado de manera fuerte su malestar y su rechazo, porque se menospreció, justamente, la vida y el resultado fue la muerte. La primera víctima fue un hombre de 74 años que vivía en una casa de salud. Se descompensó y fue llamada la Unidad Coronaria Móvil (UCM). Como el paciente era usuario de ASSE (sigla de una institución que provoca temblores), la Coronaria llamó a la coordinadora central de CTI y allí empezó el dramático final de su calvario. Se le indicó a la UCM que debía trasladar al hombre al Hospital de Las Piedras, pero llegado allí, el médico de guardia se negó a ingresarlo por falta de lugar.
El personal de UCM volvió a ponerse en contacto con la coordinadora de ASSE en busca de una nueva alternativa, pero la respuesta de la funcionaria fue contundente: "Tengo orden de no recoordinar pacientes", según declaró el gerente asistencial de la Emergencia a El Observador. En diálogos y discusiones pasaron las horas con el paciente en la ambulancia, hasta que sufrió un paro cardíaco y murió, pese a los intentos del personal de la UCM por reanimarlo.
Este hombre dejó de "estar vivo" por obra y gracia del funcionamiento de los Servicios de Salud del Estado, no porque haya olvidado "cuál era su mayor riqueza".
El segundo caso fue el de Melissa, una jovencita de 15 años que vivía en la localidad de Suárez y pretendió ir con unos amigos a una fiesta de cumpleaños. A la salida, se produjo una pelea entre bandas rivales y, por más que la chica no participó de los incidentes, recibió un balazo y murió en el lugar. Solo 15 años y dejó de "estar viva", que era "su mayor riqueza". ¿Cuál fue la reacción de las autoridades competentes? El ministro Bonomi se concentró en denostar al local ("no tenía las características mínimas aceptables"), pero ni una palabra sobre la violencia que campea implacable en las calles y barrios.
Así vamos. Estos gobiernos que han pretendido refundar al Uruguay convocan con sus actos y palabras a manifestaciones por la legalización de la marihuana, por la igualdad de sexos, por el matrimonio homosexual o, como ocurrió también recientemente en una casa de remates, para rechazar la subasta de trofeos de animales africanos, mientras la sociedad aletargada, observa todo eso como si fuera natural y no le rechina que nadie reclame por la vida de sus ciudadanos. Hombres y mujeres que mueren aunque no estén "vinculados a la delincuencia, narcotráfico y carezcan de problemas familiares importantes" (subsecretario Jorge Vázquez dixit).
Algo anda muy mal y no va a ser fácil restablecer valores mínimos que han ido desapareciendo en un país donde los derechos humanos de la sociedad pueden incluir cualquier cosa, menos la vida y la propiedad. Mueren o son rapiñados porque las autoridades son incompetentes e ineficaces a la hora de cumplir con sus responsabilidades. Porque el catecismo "progre" no se preocupa de estas "menudencias", aunque el presidente de la República las utilice en su filosofía de jardinera.
Este es año de elecciones nacionales y es año de reflexión, porque lo que el ciudadano decida va a ser lo que reciba en los próximos cinco años. Va a afectar al hombre de 74 años que pretende ingresar en un hospital en la ciudad, o a la chica de 15 años que sale de un cumpleaños en su pueblo. Tal vez sea cuestión de pensar en serio que la mayor riqueza que tenemos es estar vivos y preocuparse además por tratar de seguir vivos; luego votar.


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