viernes, 22 de agosto de 2014

Uruguay: La "chambonada" millonaria




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La "chambonada" millonaria
Una de las aficiones favoritas del presidente Mujica en estos tiempos es bajarle importancia al caso Pluna. Lo ha intentado por todos los medios y con los argumentos más insólitos, diciendo primero que era un problema que solo importaba al mínimo porcentaje de uruguayos que viajan en avión, luego con el tema de que nadie le pregunta por Pluna en sus recorridas por el país, y también quitando responsabilidad a los jerarcas vinculados directamente al escándalo.

El País Editorial jue ago 21 2014

Sin embargo su última salida en público a hablar sobre el tema, eleva aún más el listón del disparate, con afirmaciones que juegan a medio camino entre la ignorancia, la mentira, y la manipulación insidiosa.
Según Mujica, "Pluna es una chambonada de carácter histórico que viene de tiempo atrás. Yo creo que siempre con buena intención, que me traigan uno que se puso un peso en el bolsillo". No contento con esto dijo: "Yo me siento responsable porque yo también, en términos generales me comí la pastilla, así que no agarren otro chivo expiatorio".
Lo primero que cabe decir es que esa "chambonada", término populachero para describir un error sin intención ni mayores consecuencias, costó a los contribuyentes más de 300 millones de dólares, y todavía no está claro si la cifra no será bastante mayor. Esto sin contar el daño a la imagen de la seriedad del país, del principal banco nacional involucrado en el escándalo por su orden directa, al turismo, etc, etc, etc. O sea que de inocente "chambonada", poco y nada.
Lo segundo que cabe decir es que el presidente Mujica debería asesorarse un poquito mejor en materia legal. El Código Penal está lleno de figuras delictivas donde alguien, sin intención, genera un daño a otras personas que obligan a pagar con dinero o con cárcel. Si usted va manejando en la ruta, se distrae, y atropella a cuatro personas, no va a haber juez que lo exculpe, por más que le explique que fue solo una "chambonada". Lo mismo si como empleado público "se olvida" de denunciar un delito de acuerdo a su obligación funcional, o si como empresario se le escapa aportar al BPS lo que corresponde por sus empleados. El Comcar, si usted se toma el trabajo de ir a preguntar, verá que está lleno de "chambones".
Pero hay más. Aún aceptando pacíficamente que "nadie se puso un peso en el bolsillo", cosa todavía por verse, este discurso de Mujica implica una falsedad estructural preocupante. El Presidente quiere dar la idea de que su gobierno solo hizo cosas derechas y con buena intención para evitar un problema mayor al país; y esto simplemente no es verdad. Cada nueva revelación sobre el caso Pluna, y sobre todo en referencia al bochornoso remate de los aviones, deja en evidencia que hubo una planificación, una puesta en escena, que intentó crear una fantasía de oferta pública, cuando el Presidente y su entorno cercano sabían perfectamente que todo era una gran mentira. Se buscaba así engañar a la opinión pública, para perjudicar a acreedores y trabajadores en beneficio de un empresario en concreto. Y tan enterado estaba el Presidente de todo esto, que incluso se animó a decir antes de la subasta que la misma iba a durar "5 minutos".
Por lo visto, el Presidente no necesita "el diario del lunes" para saber qué ocurrirá en el futuro cercano.
Pero hay algo todavía más peligroso en la forma de actuar del Presidente, y es la permanente subestimación de la inteligencia de la población. De ese uruguayo de a pie al que siempre dice representar mejor que nadie. Casi al final de su mandato, que se desarrolló en uno de los mayores períodos de bonanza que el país haya atravesado, que contó con mayorías electorales propias para hacer lo que quiso, el balance de su gestión es tremendamente flaco. Más allá del culto a su imagen en el exterior, es poco y nada lo que deja al futuro del país.
Sin embargo, en cada entrevista, en cada alocución radial, el Presidente sigue dando cátedra de todos los temas, violando las reglas republicanas que siempre afirma respetar, agrediendo y operando con un sentido de impunidad absoluto. Y cuando alguien se toma la audacia de incomodarlo con preguntas obvias, sale por la tangente con un leguaje lunfardo impostado, "botijeando" al interlocutor de turno, como en este caso.



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