LAS COSAS
DEL ESTADO
El sueño del Antel Arena
El signo de la impericia continúa
presidiendo la saga del Antel Arena, ese proyecto inconstitucional del ente
telefónico que pretende construir un "estadio multimodal" en
reemplazo del demolido Cilindro Municipal.
El País / Opinión 09 sep 2014
El comienzo de las obras, previsto para este mes de septiembre, fue
postergado para febrero de 2015, una fecha de por sí llamativa pues se trata de
las vísperas de un cambio de gobierno y, por ende, de las autoridades de la
propia Antel.
Llegado ese momento, el gobierno entrante podría suspender e incluso
cancelar un proyecto viciado de irregularidades, entre ellas la violación del
artículo 190 de la Constitución que estipula claramente que los entes autónomos
"no podrán realizar negocios extraños" a los que tiene asignados o
"disponer de sus recursos para fines ajenos a sus actividades
normales". Construir un estadio no entra ni con calzador en los objetivos
de Antel por más que sus actuales autoridades aduzcan que ese plan es "una
fantástica operación de marketing" al tiempo que publicita por tevé una
suerte de maqueta virtual de la obra ya terminada bajo el eslogan "El
sueño de todos".
Hay que reconocer que mucho marketing tuvo la implosión del Cilindro
frívolamente celebrada como un show mediático y no como la pérdida de un
edificio emblemático de Montevideo. Un edificio que, recordemos, se derrumbó a
causa de la negligencia de la intendencia capitalina que en su momento desoyó
las denuncias sobre los riesgos de colapso, con especial mención del estado
precario de su instalación eléctrica. Allí estuvo la falla que generó el
incendio y la destrucción del Cilindro, otra de las "chambonadas"
-como diría José Mujica- de la izquierda gobernante.
En 2010, cuando ocurrió el derrumbe, la intendenta Ana Olivera aseguró que
se indagaría el origen del siniestro y se determinarían responsabilidades. De
ese proceso se supo poco y el sumario se cerró sin que se marcaran responsables
y sin ningún mea culpa de parte de la comuna. Paralelamente se anunció que el
vacío creado por el triste final del Cilindro sería llenado con una obra de
gran magnitud a concretar con apoyo de inversores privados y que se estrenaría,
al decir de la intendenta Olivera, en el 2014. Se habló entonces de erigir un
polideportivo, un predio ferial y un centro de convenciones, pero dos años y
medio después, cuando se hizo patente el fracaso de la licitación convocada,
apareció la mano salvadora de Antel.
La presidenta del ente telefónico demostró tener mucha imaginación cuando
justificó su inesperada intervención en el asunto. Según ella la asociación
entre empresas de comunicaciones y estadios deportivos es cosa frecuente en el
mundo, una verdad parcial ya que existen similares de Antel que participan en
la gestión de esos complejos "multimodales", pero en modo alguno se
ocupan de construirlos. Como en su momento advirtió el Tribunal de Cuentas, en
la ley orgánica del ente no hay un solo artículo que lo habilite a meterse en
esa camisa de once varas que es el Antel Arena.
El costo de este proyecto se cifró inicialmente en 40 millones de dólares
aunque los expertos anticipan que será bastante más caro. El dinero saldrá de
los bolsillos de los clientes de Antel que nunca imaginaron que mediante el
pago de las tarifas telefónicas terminarían financiando la erección de un
complejo deportivo. Clientes que tienen todo el derecho a preguntar por qué ese
ente debe auxiliar a una intendencia que a través de los tributos recauda 600
millones de dólares anuales y que a pesar de eso es incapaz de realizar una obra
de cierta envergadura.
Una pregunta cuya respuesta es de carácter netamente político. Después de
casi un cuarto de siglo en el gobierno de Montevideo el Frente Amplio ha
fracasado en toda la línea como lo prueba el estado de la ciudad. Era preciso
mostrar una obra -al menos una- para disimular la pobre actuación de sus
sucesivos intendentes. El Antel Arena serviría para cumplir ese rol a cualquier
precio, incluso el de violar la normativa vigente con argumentos inverosímiles.
Uno de ellos, quizás el más chocante, lo aportó la presidenta del ente,
Carolina Cosse, cuando vaticinó que esa inversión de 40 millones de dólares se
rescatará en cuatro años pues el Antel Arena reportará ganancias anuales de 10
millones. En otros tiempos a eso se le llamaba vender espejitos de colores.
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