EL OTRO LADO DE LA NOTICIA
Aratirí y el
cuento del hierro
La insistencia con que el factor determinante del
“enfriamiento” del proyecto de Aratirí es la baja momentánea del precio del
hierro esconde varias falsedades.
La primera falsedad es que la baja del precio del hierro haya sido el dato
nuevo y sorpresivo que determinó la inviabilidad económica del proyecto de
Aratirí. No es un dato nuevo. Las variaciones del mercado internacional del
hierro en el medio de un ciclo especulativo hacían perfectamente previsible
que, en un corto plazo, se llegaría a este punto. Para ser serio, un proyecto
con una duración de 20 a 30 años, como han dicho, debe basarse en previsiones
sobre los precios que vayan más allá de las variaciones coyunturales en un
ciclo de corta duración.
Desde el primer momento, Aratirí se dedicó a generar falsas expectativas
sobre las posibilidades económicas del proyecto minero. Era natural que lo
hiciera, es una empresa “vende proyectos”, creada para armar “un gran negocio”
y conseguir el comprador. Hemos dicho reiteradamente que Zamin Ferrous no tiene
antecedentes mineros y que este es un proyecto meramente especulativo. No
obstante, autoridades y técnicos del gobierno uruguayo se prestaron al juego.
“En los próximos años el precio del hierro se mantendrá firme”, sostuvo el
asesor del Ministerio de Economía, Andrés Masoller, ante la Comisión
Multipartidaria en setiembre de 2011. El funcionario hizo sus proyecciones en
base a los datos de Aratirí, suponiendo una producción de 18 millones de toneladas
anuales (admitiendo llegar hasta 36 millones de toneladas) con una estimación
de “largo plazo” del precio del hierro a 120 dólares por tonelada durante 30
años.
El estallido de dos grandes “burbujas financieras” en Estados Unidos y
Europa había trasladado la especulación hacia los metales, que registraron un
alza extraordinaria de su valor. En febrero de 2011, el hierro llegó a
cotizarse a 187 dólares por tonelada, cinco veces más que en enero de 2008.
Pero desde 2012 grandes operadores comenzaron a abandonar el mercado de
materias primas y ninguna previsión seria podía basarse en esos precios
excepcionales.
Los cálculos de las autoridades uruguayas nunca bajaron de 120 dólares por
tonelada, inclusive cuando los consultores internacionales anunciaban una caída
por debajo de 100 dólares y hoy hablan de un nuevo piso histórico de 70
dólares. Un informe del FMI en enero último avaló las cifras imaginarias
declaradas por Aratirí y el gobierno nacional pero no pudo sostenerse ante las
críticas fundadas de Uruguay Libre. ¿Simple ineptitud o complicidad con la
minera?
Con el hierro a 90 dólares por tonelada o menos, los yacimientos uruguayos
-pequeños y de bajo tenor, donde el mineral requiere un proceso de
concentración para ser comercializado-, no son rentables a pesar de los
beneficios exclusivos que el gobierno le brindó a Aratirí con la reforma del
Código de Minería y la Ley de Minería de Gran Porte. Agregaron la
regasificadora y el puerto de aguas profundas, para resolverle las necesidades
energéticas y logísticas.
Para justificar concesiones fiscales e inversiones pagadas por los
uruguayos, se generó la ilusión de que estábamos ante una gran riqueza. Pero
esto solo le servía a una empresa aventurera que buscaba un negocio de ocasión.
Sin Aratirí, esas obras son difícilmente sostenibles.
Cuando el dueño de Zamin Ferrous vino al país en agosto e hizo un planteo
inaceptable –tener una terminal portuaria exclusiva en la playa de La
Angostura- quedó claro que “el pescado se pudrió en el mostrador”. En otras palabras,
Aratirí no logró vender a nadie “el gran negocio del hierro en Uruguay” y no
puede hacer nada más por ahora. Por eso, afirmar que el “acuerdo con Aratirí
depende de la evolución del precio del hierro” es solo una media verdad.
Si ya ha sido superada la coyuntura financiera que hizo aparecer a Aratirí
y otras propuestas semejantes, nadie puede asegurar que no vuelva a ocurrir
algo similar en el futuro. Cada 10 o 20 años aumentan los precios de los
minerales debido a los ciclos especulativos y reaparecen las empresas “junior”
(jóvenes) buscando un negocio de ocasión. Así, aunque momentáneamente no sean
viables, sus proyectos pueden subsistir como una amenaza latente para el país.
A las mineras les cuesta muy poco retener sus concesiones y esperar una nueva
oportunidad. En el Uruguay hay más de tres millones de hectáreas con pedidos de
prospección. Por la reforma del Código de Minería de 2011, una minera puede
conservar hasta 12 años los títulos de prospección y exploración, que imponen
una servidumbre sobre el terreno y convierten al propietario en su rehén al
impedirle el acceso a créditos bancarios con el campo como prenda.
En lo fundamental, las postergaciones sufridas por el proyecto de Aratirí
fueron una consecuencia del cuestionamiento de los uruguayos, en primer lugar,
desde el ángulo social y ambiental, pero también desde el ángulo económico y de
la soberanía nacional, por tratarse de un proyecto meramente extractivo y
saqueador. Si no hubiera sido por esa resistencia social en los últimos cuatro
años, el gobierno y la minera ya habrían firmado el famoso contrato.
Esta no es una apreciación ajena a la realidad de la minería mundial. Un
proyecto minero de gran envergadura no es factible sin el consentimiento de la
población. Las empresas calificadoras de riesgos para la inversión lo llaman
Licencia Social para Operar (LSO). Por los altos impactos de la megaminería a
cielo abierto, a la LSO se le ha dado una creciente relevancia. Este año ocupa
el tercer lugar entre los 10 mayores riesgos que enfrentan las inversiones
mineras.
La resistencia a Aratirí y la megaminería adquirió una extensión y una
diversidad sin precedentes en el país. Innumerables actividades de
esclarecimiento, marchas a pie y a caballo en la capital y el interior, decenas
de miles de firmas rechazando la megaminería, recursos legales de todo tipo,
decisiones de gobiernos departamentales y la promoción de un plebiscito
nacional han generado una conciencia pública sobre estos proyectos en un amplio
espectro de la sociedad.
Es un esfuerzo vano pretender circunscribir el liderazgo de esta oposición
a un solo sector o a un único agrupamiento social y político. También es
infructuoso pretender reducir las expresiones de resistencia a una única forma
de lucha válida. Sirven todas las formas de lucha que contribuyen a elevar la
conciencia y la participación de los ciudadanos en el movimiento. Ha sido la
diversidad de liderazgos y manifestaciones lo que ha dado la mayor fuerza a
este rechazo.
Movimiento Uruguay Libre
17 de setiembre de 2014
postaporteñ@
1244 - 2014-09-20

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