El Clarín.cl / Escrito por Alejandro Lavquén - Publicado el 29 Marzo 2015
La
corrupción en Chile no sólo se manifiesta en las oscuras maniobras entre
políticos y empresarios, que tanto han dado que hablar en los últimos meses,
sino que también se manifiesta en otros ámbitos, verbigracia: AFPs, Isapres,
farmacias, cuentas de luz y de agua.
En esta ocasión, quiero referirme a dos
entidades de servicios masivos: el Transantiago y las compañías telefónicas,
que claramente caen en la corrupción, apropiándose del dinero de los usuarios
de manera tramposa: ¿letra chica?, ¿libre mercado?, ¿aprovechamiento de las
necesidades de la gente? Juzgue usted.
Antes de ir a lo de fondo, recordar que corrupción
significa vicio, alterar situaciones tramposamente, abuso, enriquecerse con
dinero ajeno, ocultar información al contratar un servicio, embaucar,
gatopardismo, etcétera.
La prensa
informa que el Transantiago recauda alrededor de 1200 millones de pesos al año
gracias a la caducidad de las tarjetas bip (con la cual se cancela el
pasaje) que no se usan o no se cargan en dos años.
Es decir, si usted tenía mil
pesos o lo que sea de saldo y no lo utiliza en tal período, lo pierde. Su
dinero pasa a engrosar los bolsillos del Transantiago, que además de prestar un
pésimo servicio, día a día sus choferes y empresarios se burlan de la gente
violando las frecuencias.
Se
compara esto con las personas que utilizan celular prepago, e incluso con las
que tienen contratado un plan mensual de minutos telefónicos, móvil o fijo. O
sea, si usted paga, por ejemplo, 10 mil pesos por 100 minutos y en un mes sólo
ocupa 40 minutos, usted pierde los 60 restantes, que pasan a engrosar los
bolsillos de las compañías telefónicas.
¿Se
imagina usted comprando un kilo de pan y 10 torrejas de queso, en el almacén de
la esquina, para el desayuno, y que al mediodía llegue el almacenero a pedirle
la devolución del pan y torrejas de queso que no consumió?
Si alguien paga por
algo es el dueño absoluto de lo que compró y además tiene el derecho de
utilizarlo en el tiempo que estime conveniente. Las leyes deberían defender el
derecho del comprador de hacer lo que le dé la gana con su compra.
No
existe razón lógica ni de ninguna clase para que el Transantiago y las
compañías telefónicas se apropien de los productos, que el consumidor compra,
porque éste no los utiliza en un determinado lapso de tiempo.
Lo grave de todo
esto, es que los parlamentarios, que deberían dictar leyes para acabar con
estas apropiaciones ilegítimas del dinero de la gente, hacen la vista gorda.
Claro, a fin de cuentas los senadores y diputados cancelan sus facturas
telefónicas y la bencina de sus autos con los impuestos de todos los chilenos…
Saqueo por aquí y saqueo por allá.
Fuente:
El Clarín.cl
http://lascotidianasdeenrique.blogspot.com
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