Kaos en la Red / Por Ana María
Pizarro - Publicado en:
25 marzo, 2015
(Publicado
en mi FB, en Nicaragua.)
Desde
los primeros días de 1976 sabíamos que el golpe militar se acercaba; primero
nos quitaron la salida del pabellón para ir al cine del penal, donde nos
podíamos reunir con los presos políticos varones, compañeros, maridos y padres
de los niños y niñas que vivían con nosotras. Luego sacaron a los niños y niñas
y se los entregaron a otros familiares. Después nos prohibieron el periódico,
más tarde nos quitaron la visita semanal.
Ese
24 de marzo nos despertaren los gritos de una tropa que subía corriendo hasta
el primer piso donde estábamos 20 prisioneras políticas; en la planta baja
había otras 20. Era la Unidad Penitenciaria #1 de la Ciudad de Córdoba,
estábamos en el pabellón de máxima seguridad recientemente inaugurado con
nosotras.
Todas
estábamos vestidas esperándolos, abrieron la reja central y nos sacaron
violentamente de las celdas individuales. Eran más de cincuenta soldados y
oficiales del Ejército Argentino, con armas largas y cortas, dirigidos por un
oficial bajo las órdenes del General Luciano Benjamín Menéndez. Nos sacaron al
patio y nos pusieron una al lado de la otra mirando hacia el muro de nuestras
celdas. Nos ordenaron inclinar la cabeza hacia el piso y quitarnos toda la
ropa. Nos miramos unas a otras y las más antiguas con los ojos dijimos no
resistan, nos van a matar.
Habíamos
hablado sobre resistirnos a ciertas órdenes y siempre volvíamos sobre el mismo
punto, si nos matan a las que resistimos ni modo, pero no podemos dejar que
maten a las otras. Desde fines del año anterior solo llegan al pabellón mujeres
y jóvenes que prácticamente nada tenían que ver con la guerrilla, algunas de
las cuales eran detenidas por ser esposas, hermanas o vecinas de algún/una
detenida. Las otras, -integrantes de las organizaciones armadas ya no llegaban-,
prácticamente todas eran asesinadas o estaban en los campos clandestinos que
manejaba el Ejército en Córdoba.
Comenzamos
a quitarnos la ropa y nos ordenaron tirarla al piso, los soldados pasaron
revisando cada prenda “buscando armas”. En un momento miré por sobre mis
hombros y me vi en esa larga fila de mujeres desnudas, con las manos cruzadas
en la espalda, en el mayor de los silencios y detrás, una larga fila de
uniformados apuntándonos, dando órdenes, amenazando con ametrallarnos a todas.
Era la imagen de las prisioneras del Tercer Reich, exactamente igual.
Allí
estuvimos mientras otro grupo de militares entraba a cada celda a saquear hasta
las cosas más insignificantes. Se llevaron todo, nos dejaron algunas ropas
tiradas en el suelo, nos quedamos sin libros, sin fotos familiares, sin ropas,
sin cosas de higiene, sin abrigos, sin materiales para hacer artesanías, sin
pinceles, sin cuadernos, sin lápices, sin zapatos, sin cartas, sin nada que
pudiera darnos sustento para que la vida continúe.
Después
de varias horas en el patio, nos ordenaron poner nuevamente la ropa y volver al
pabellón donde encontramos todo destrozado. Allí, otro grupo de militares nos
cortó el cabello ensañándose con cada una, el corte era totalmente irregular, a
algunas no les quedó prácticamente nada de cabello, a otras nos dejaron
mechones sueltos y largos. Pretendían humillarnos.
Ese
día comenzaba el último golpe militar en la Argentina, que terminaría con la
desaparición de 30 mil personas -incluidos bebés recién nacidos-, 10 mil detenidos
y detenidas por razones políticas, casi 2 millones de personas exiliadas y la
destrucción total de la economía del país, bajo el mandato del liberalismo más
extremo.
Al
final de ese largo día y sin almuerzo alguno, nos propusimos ordenar y limpiar
lo poco que nos dejaron. En la celda de una compañera de las comunidades
eclesiales de base dejaron tirada en el piso una estampita de una virgen. Ella
decía “se llevan el misal y me sé de memoria los rezos, se llevan los rosarios
y nos queda la fe, nos matan y creemos en la resurrección de los muertos… ¡los
jodimos…!”
39
años después, quise contar este pedacito de nuestra historia para que todas y
todos conozcan más de lo que fueron capaces los milicos argentinos. Al final
del camino, los que participaron ese día en esas bárbaras acciones están
presos. La mayoría de ellos, -al menos 27 de los que reprimieron en esa
cárcel-, cumple desde hace dos años cadena perpetua, gracias a los juicios
promovidos por el actual gobierno argentino, juicios que pudieron realizarse
después de demasiados años de indultos y complacencias inmerecidas. NI OLVIDO
NI PERDON.
En
Argentina, hoy se conmemora el “Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la
Justicia”.
Fuente:
Kaos en la Red
http://lascotidianasdeenrique.blogspot.com
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