Cristina Kirchner, en
el acto por Malvinas en Tierra del Fuego. Foto: Télam
Por Carlos Pagni | LA NACION - Lunes 06 de abril de
2015 | Publicado en edición impresa
La agenda informativa está contaminada por un actor poco frecuente: el
espionaje. Las deformaciones más ocultas de la vida pública han quedado al
desnudo. Es un desenmascaramiento singular. El denunciante coincide con el
denunciado. Antes de irse, el kirchnerismo decidió exhibir la tenebrosa
maquinaria de poder que administró durante todos estos años. Es asombroso que
ningún opositor haya agradecido todavía ese striptease. El último aporte
a que se conozcan estas miserias se debe a Edward Snowden . Con motivo del aniversario de la Guerra de Malvinas , ese infidente de la CIA reveló al canal TN un operativo de
espionaje del Reino Unido sobre la Argentina, para prevenir un nuevo ataque al
archipiélago.
La novedad es reprobable, pero poco escandalosa. Como escribió Lluís
Bassets ayer en LA NACION, sólo un hipócrita puede sobresaltarse porque las
democracias se espíen entre sí. Estados Unidos espía nada menos que a Israel, y
viceversa.
Antes de irse, el kirchnerismo decidió exhibir la tenebrosa maquinaria de
poder que administró durante todos estos años
La vigilancia entre Londres y Buenos Aires es menos electrizante. Había que
presumir que los ingleses practican un espionaje defensivo sobre los movimientos militares
argentinos. Hay que esperar, por supuesto, una estridente protesta del
Gobierno. Sobre todo porque, además de objetivos castrenses, la inteligencia
británica tendría como blancos a líderes políticos. Sin embargo, hasta ayer el
único kirchnerista que se mostró indignado fue Daniel Scioli . Comprensible: por primera vez puede darse el gusto de coincidir con Cristina Kirchner en un asunto de política exterior.
El alboroto tiene una pizca de cinismo. Las Fuerzas Armadas argentinas
consumen muchísimos recursos del presupuesto
nacional en tareas de espionaje. Si les está prohibido controlar a la comunidad
local, ¿hacia dónde lo dirigen? Nadie contesta. Razones de seguridad.
Sin embargo, Snowden motiva otra pregunta inevitable: ¿qué conocimiento
tenía el Estado argentino sobre el espionaje británico? El teniente general César Milani, jefe del Ejército, que tiene en sus manos desde hace años la Inteligencia
de esa institución, podría dar una respuesta. Este año le aumentarán 31% los
recursos que dedica a esa tarea. Aunque también el contralmirante Manuel Tomé,
de la Armada, y el brigadier Carlos Rinaldi, jefe del espionaje de la Fuerza
Aérea, pueden ofrecer alguna pista. Sería doloroso que, después de perder la
batalla de las armas en 1982, los militares argentinos hayan sido derrotados
también en la de la Inteligencia.
Sería doloroso que, después de perder la batalla de las armas en 1982, los
militares argentinos hayan sido derrotados también en la de la Inteligencia
Otro funcionario que podría aportar
explicaciones es el espía más famoso, Antonio Stiuso . Director de Operaciones de la ex SIDE durante la "década
espiada", tuvo a su cargo la contrainteligencia. Esa secretaría cuenta con
delegados en las principales embajadas argentinas. ¿Se dedican a algo más que
recortar diarios y seguir a argentinos relevantes que salen del país?
Parrilli y Mena citaron a Stiuso para que brinde explicaciones sobre la
causa AMIA. Foto: Archivo
Stiuso tiene que dar respuestas más urgentes. Oscar Parrilli , el titular de la flamante Agencia Federal de Inteligencia (AFI), lo citó
hoy a las 11 para que
explique qué avances hubo en la investigación del atentado contra la AMIA en los últimos 11
años. Es decir, desde que Alberto Nisman fue designado al frente de la pesquisa. El miércoles pasado, reunido con
familiares de las víctimas, Parrilli reveló que en 2005 Nisman solicitó a
Stiuso el cruce de llamadas internacionales realizadas en el país entre 1991 y
1996. Señaló que de ese trabajo sólo se remitieron a la fiscalía siete discos.
Y que aparecen 15 notas cruzadas entre Stiuso y Nisman con excusas por la
demora en la tarea. Parrilli concluyó que en 10 años no se hizo nada, o no se
encontró nada, o se encontró algo inconveniente para quienes realizaban la
búsqueda.
Parrilli, que sigue con los botines de punta, acusó a Nisman y, sobre todo,
a Stiuso, de haber haraganeado durante una década. Adelantó que pedirá a Stiuso
el resultado de
su trabajo, porque en la secretaría no está documentado. ¿Se presentará el espía a
dar explicaciones? Caso contrario, lo buscarán con la justicia.
Las afirmaciones de Parrilli, además de gravísimas, son patéticas. Ocultan
muy mal un dato evidente: todo lo que denunció ocurrió bajo la mirada de Néstor
y Cristina Kirchner . El 27 de enero pasado, la Presidenta publicó en Facebook que el fiscal había sido designado por el
subprocurador general. Pero en su catarsis del 1º de marzo delante del
Congreso, reconoció: "Nosotros pusimos a Nisman dándole todo lo que
pedía". Le faltó aclarar que, como explicaba el entonces cónsul en Nueva
York, Héctor Timerman , la designación pretendió ser un homenaje al gobierno de George Bush y a
la dirigencia de la comunidad judía de Estados Unidos, a cambio de apoyo en la
regularización financiera que tenía por delante la Argentina. Tal vez esa
prioridad ayude a entender por qué a nadie le importaba demasiado si, como
descubrió Parrilli, el trabajo no se realizaba. La acusación es un boomerang.
Afecta sobre todo a Alejandra Gils Carbó . La procuradora, tan celosa en controlar las causas que sensibilizan al
Gobierno por motivos políticos, se descuidó en el caso AMIA . ¿O no jura que jamás pensó en cambiar a Nisman?
Las consideraciones sobre el mandamás de los espías también son
masoquistas. Como buen kirchnerista, Parrilli sueña con modificar el pasado. El último
miércoles inventó un Stiuso que estuvo fuera de control desde el año 1983. Es un
agravio a los presidentes anteriores a los Kirchner, a algunos de los cuales,
como Menem, él sirvió. Parrilli sabe que quien dotó a Stiuso de un poder
desconocido fue Néstor Kirchner . Le confió espiar a sus adversarios y puso en sus manos un mecanismo que
su viuda pagó caro: el control de la justicia federal. Las facultades de Stiuso
terminaron siendo tan extraordinarias que cuando la Presidenta pidió a Héctor
Icazuriaga y a Francisco Larcher que le exigieran la renuncia, ellos
prefirieron renunciar antes de hacerlo.
Parrilli sabe que quien dotó a Stiuso de un poder desconocido fue Néstor
Kirchner
Fue Parrilli, no un dirigente opositor, quien señaló que "en la Side
se la pasaban extorsionando a políticos y empresarios". Presentó a Stiuso
como un nuevo López Rega. O como aquel peruano Vladimiro Montesinos, jefe del
espionaje de Alberto Fujimori. Si fue así, sucedió bajo los Kirchner.
El ex espía Antonio Jaime Stiuso, apuntado por el
Gobierno. Foto: Archivo
En esta glasnost hay algo sorprendente: el propio Stiuso; su colaborador,
el ex director de Análisis Alberto Mazzino, y Larcher, corroboraron algunos
cargos de Parrilli. Stiuso dijo ante la fiscal Viviana Fein que cuando en sus
investigaciones se topaba con información política, se la transfería a Mazzino, para que
la procesara. Los dos confesaron que, después, elevaban las novedades a Larcher
y a Icazuriaga. Una curiosidad: ¿el magistrado que les encomendaba la pesquisa
sabía que suministraban al poder político los datos a los que accedían en un
expediente judicial? Si en esas andanzas telefónicas o digitales descubrían el
delito de algún funcionario, ¿se lo contaban a Larcher y a Icazuriaga? Larcher
reconoció estos procedimientos. Icazuriaga sigue sin dar explicaciones, a pesar
de las acusaciones de Parrilli.
Cristina Kirchner conocía el papel que su esposo había asignado a Stiuso para el control de
la Justicia. La prueba es que lo despidió cuando la causa Lázaro Báez se transformó en causa Máximo Kirchner . Es decir, cuando Claudio Bonadio se interesó por Hotesur. Desde entonces, el
Gobierno se ha concentrado en
armar otro circuito de presión en Tribunales. El acuerdo tiene varios gestores.
Entre los más activos están Alfredo Lijo, el hermano del juez Ariel Lijo , y su alter ego, José María Olasagasti, el secretario privado de Julio De Vido . Olasagasti fue identificado por la revista Noticias como nuevo agente de
la ex Side. En las negociaciones también interviene Juan Martín Mena, el
segundo de Parrilli. Corolario: las relaciones con quienes pueden condenar a
funcionarios se siguen llevando adelante desde la oficina de Inteligencia de la
Presidenta. Que se llame SIDE o AFI importa poco.
Las relaciones con quienes pueden condenar a funcionarios se siguen
llevando adelante desde la oficina de Inteligencia de la Presidenta
Como publicó LA
NACION el jueves, hay un indicio elocuente del armisticio: el Gobierno elaboró un
proyecto de reglamentación del Código Procesal Penal en el que el fuero federal fue
puesto a salvo por un tiempo del recorte de facultades que habrá sobre los jueces. Era lo
que pedían en Comodoro Py.
Este pacto no es ajeno a la situación de Stiuso. Varios magistrados se
volvieron comprensivos con el Gobierno cuando advirtieron la declinación de
quien solía presionarlos. Sospecharon que las implacables carpetas con las que
Stiuso iba a atacar se conocerán, tal vez, más adelante. Y, sobre todo, tomaron
nota de que la Presidenta también tiene sus carpetas. ¿O al otrora jefe
inapelable de la SIDE no le iniciaron varias causas judiciales?
La ruptura de la Presidenta con el aparato de inteligencia desmiente una
tesis principal del kirchnerismo. La que afirma que el verdadero poder -la
prensa, el gremialismo, la justicia, los mercados-están fuera del Gobierno. Cristina Kirchner puso en evidencia el alarmante aparato de manipulación que tiene en sus
manos el jefe del Estado. Y confirmó que sigue estando dispuesta a utilizarlo..
Fuente: LA NACIÓN.ar
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