El Clarín.cl / Escrito por Rafael Luis Gumucio Rivas
(el viejo) - Publicado el 13 Abril 2015
Natalia Compagnon no entiende
que no es una especuladora inmobiliaria privada, sino que también nuera de la
Presidenta de la república, hecho este último que la incluye dentro de los
miembros de la casta política, por consiguiente, no se le puede aplicar las
reglas de la ética privada.
Para profundizar en este tema
me permito recurrir a los dos grandes autores del realismo en la política,
Nicolás Maquiavelo y Max Weber:
Maquiavelo no tiene nada que
ver con la torpe y desinformada imagen que han transmitido, por ejemplo, los
jesuitas y tiranos ilustrados, como Federico de Rusia y Napoleón Bonaparte;
este pensador jamás sostuvo que “el fin justifica los medios” que, algunos
ignorantes, repiten diariamente haciéndonos creer que su teoría política es
inmoral o amoral, pues el verdadero aporte de Maquiavelo consiste en separar la
ética cristiana de la ética política, que viene del concepto de virtud de la
república romana – véase La primera década de Tito Livio – que supone que la
ética privada está escindida de la ética pública, así, una persona puede ser,
por ejemplo, un muy buen padre de familia, puede optar por seguir la filosofía
de Epicuro – retirarse al “Jardín” y prescindir de los asuntos de la polis,
pero si elige ser político, debe someterse a la ética del poder y, en esta
esfera, buscar la virtud pública, que no es lo mismo que la privada, de ahí su
sentencia en que el Príncipe si no logra ser amado, debiera ser temido.
Max Weber, en su obra El
político como vocación plantea, con claridad meridiana, que quien se quiera
dedicar a la política debe pactar con el diablo, pues “tiene que aplicar la
violencia legítima”, que es lo que caracteriza al Estado, como poseedor de su
monopolio.
Pensar que en una sociedad
humana no exista la corrupción sería algo así como resucitar la utopía del
famoso monje Girolamo Savonarola, quien instaló en la depravada Florencia del
Renacimiento una especie de dictadura teocrática, con la pretensión de eliminar
la corrupción instalada por la familia de banqueros de los Medici. Entre el
realismo político y la pureza conventual hay una incompatibilidad total, como
también de la política con respecto a la ética religiosa – es la es razón por
la cual me parece un absurdo el concepto de humanismo Cristiano pues dos son
términos antitéticos -.
La casta política no entiende
nada de que lo está ocurriendo en Chile y, a causa de ceguera e ignorancia, no
tienen nociones – ni prácticas ni teóricas – de ética política. Veamos algunos
pruebas al canto: la famosa “declaración“ conjunta de todos los partidos
políticos, firmada y comunicada en día 10 de abril, es sólo una pieza literaria
vacía e inútil, por ejemplo, para qué diablos sirve pedir perdón a los
ciudadanos cuando nadie les cree y no se les ve ninguna voluntad de corregir
sus faltas - la situación es parecida a la de los católicos, que consiguen el
perdón en la confesión, para luego recaer en el mismo pecado – y, por otra
parte, entregar a una Presidenta que cuenta con sólo el 30% de apoyo de la
ciudadanía la solución de una crisis que requiere el concurso de toda la
ciudadanía, me parece, al decir lo menos, una ilusión. Además, creer que las
comisiones organizadas por el gobierno sirvan para algo, cuando son siempre un
distractor burocrático, es una insensatez, pues los miembros del Congreso van a
aprobar lo que a ellos les conviene.
La entrevista de la nuera de
Michelle Bachelet, aparecida en el diario La Segunda, cuyo evidente objetivo es
mejorar la imagen, de poco ha servido, pues sólo personas muy ingenuas se
tragan la historia de que la Presidenta no tenía ni idea de los negocios de su
familia y que su nuera tiene una verdadera veneración por su suegra. Lo único
que le devolvería la reputación a Natalia Compagnon es devolver el dinero,
“ganado a la pasadita”.
Otro caso patético es el de la
senadora Ena von Baer, quien se declara, por enésima vez, completamente
inocente de los cargos que se le imputan, una verdadera virgen impoluta y, para
variar, nadie cree en su germana pureza.
Así las cosas, “el poder
corrompe y el poder absoluto corrompe absolutamente” y, en este plano, mi héroe
sigue siendo Emiliano Zapata, que al ser invitado por Pancho Villa en el sillón
presidencial, expresó que no lo hacía, pues en este sillón se sienta un hombre
bueno y termina como un corrupto”.
Fuente: El Clarín.cl
http://lascotidianasdeenrique.blogspot.com
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