El Clarin.cl / Escrito por Marcos
Roitman Rosenmann - Publicado el 03 Abril 2015
Felipe
González tiene en su debe político urdir parte del proceso desestabilizador que
culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en España, para crear un
gobierno cívico-militar. Para muchos, Felipe González es un ícono de la
democracia española. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. Su pasado es
otro. Hoy se presenta al mundo como el abogado defensor de Leopoldo López,
dirigente del partido Voluntad Popular, y del alcalde de Caracas, Antonio
Ledezma, elegido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD). Ambos políticos
venezolanos, imputados por participar y urdir la trama de golpe de Estado para
derrocar al gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro.
Felipe
González tiene una cara oculta. Tiene en su debe político urdir parte del
proceso desestabilizador que culminó en el fallido golpe de Estado del 23-F en
España, para crear un gobierno cívico-militar. También gestar la guerra sucia
contra la izquierda abertzale y ETA. Siendo presidente de gobierno, entre 1983
y 1985 dio luz verde a la actuación de los Grupos Antiterroristas de Liberación
(GAL). El resultado: 27 personas asesinadas y cientos de damnificados
colaterales.
La historia de
Felipe González está ligada indisolublemente a la evolución del Partido
Socialista Obrero Español (PSOE) desde los años 70 del siglo XX. La
modernización política había desplazado a los viejos camisas azules y una generación
de nuevos políticos tecnócratas asaltaban el poder. En este contexto, Franco
nombraría en 1969 a su sucesor. El régimen tendría continuidad bajo la
restauración monárquica. El elegido no sería el hijo de Alfonso XIII, don Juan,
sino su nieto, Juan Carlos, saltándose la cadena sucesoria. El 20 de noviembre
de 1975, Franco, tras 40 años de dictadura, moría en la cama. Su régimen
sobrevivía. El 22 de noviembre de 1975 Juan Carlos I es coronado rey. En
noviembre de 1976 las cortes franquistas aprueban convocar un referendo para la
reforma política, a celebrarse el 15 de diciembre. Los actores de la
modernización están en el poder. Adolfo Suárez preside el gobierno y una
oposición tolerada se legitima. En febrero de 1977 se legaliza al PSOE y en
abril del mismo año el Partido Comunista. Los interlocutores se reconocían,
pero el itinerario había sido diseñado con el caudillo en vida. El objetivo,
encontrar una salida negociada, redactar una ley de amnistía y punto final para
salvaguardar a los dirigentes del régimen.
Estados
Unidos, Alemania y Gran Bretaña, valedores de Franco, agradecidos por su papel
en la lucha anticomunista, requerían una organización opositora fiable, capaz
de negociar una vez muerto el dictador. Sus ojos se ponen en el PSOE. Partido
con poca actividad durante la dictadura y considerado pro occidental. En esta
estrategia, el Departamento de Estado estadunidense entra en contacto con un
hombre oscuro, abogado laboralista y militante del partido: Felipe González. En
poco tiempo pasaría a transformarse en una figura destacada de la transición.
La operación contó con fondos y aval de los países señalados y la
socialdemocracia internacional. Previamente, Felipe González y su equipo debía
tomar las riendas del PSOE, en manos de la vieja guardia desde 1944. El momento
idóneo, el 26 congreso, a celebrarse en la localidad francesa de Suresnes, en
1974. En dicho evento, Felipe González será nombrado secretario general,
desplazando a Rodolfo Llopis.
Dos años más
tarde, en diciembre de 1976, el PSOE celebrará, en la clandestinidad, su 27
congreso en Madrid; radiado y televisado nadie será detenido. En ese instante,
Felipe González, aclamado por el partido, se convierte en el hombre de Estados
Unidos en España y el interlocutor de la socialdemocracia europea para América
Latina. En 1982 su partido obtendrá mayoría absoluta, siendo elegido presidente
de gobierno. Allí se quita su careta. En medio de la guerra contrainsurgente en
Centroamérica, declara: Habría que ayudar a Estados Unidos a encontrar la
dimensión positiva de su liderazgo en América Latina. Y de paso no sorprender
nunca a la administración Reagan en las decisiones que tomara el Ejecutivo.
Su periplo por
América Latina no tiene desperdicio. En su currículum debemos destacar la
relación con el entonces miembro de la Junta Militar Argentina, almirante
Eduardo Massera, para crear el partidoDemocracia Social, integrado a la
Internacional Socialista. Maniobra que fracasó estrepitosamente, no sin antes
González presentara a Massera como socialdemócrata. Dichos datos salieron a la
luz en la causa instruida por el juez Garzón contra la dictadura Argentina.
Publicitados por el equipo Nizkor y el periódico argentino La Nación. Durante
la dictadura de Videla, Felipe González condecoró a varios militares. Entre
otros, al almirante Rubén Franco, condenado posteriormente a 25 años de cárcel
por participar en el secuestro y apropiación de hijos de desaparecidos, con la
Gran Cruz de la orden del merito aeronáutico.
Asimismo, no
tuvo escrúpulos en convertirse en fiador para la venta de armas a las
dictaduras latinoamericanas. Sólo en el Chile de Pinochet, entre morteros,
lanzacohetes, ametralladoras, aviones de entrenamiento, helicópteros, en el año
1983, los beneficios superaron los 80 millones de dólares. No es de extrañar
que pidiera la libertad de Pinochet con tanto ahínco tras su detención en
Londres, sin olvidar que en los años 80 recomendó a Ricardo Lagos que fuese
Pinochet el timonel de la transición. La visita de ministros de Pinochet a
España para asesorar las privatizaciones, la reforma laboral y abrir las
puertas a Telefónica, Iberdrola, Endesa, Repsol, Santander, BBVA, en Chile fue
una constante. Financió la contra nicaragüense, apoyó el informe Kissinger y
negó apoyo al FDR-FMLN en El Salvador.
Tras su salida
de la política se transformó en asesor de lobbys y empresas trasnacionales
españolas, estadunidenses y europeas, entre otras de venta de armamento,
obteniendo pingües beneficios. Además de asesorar empresarios latinoamericanos
para esquilmar sus riquezas, entre los que destaca Carlos Slim. Ahora se
presenta como un demócrata comprometido con las libertades en América Latina.
Nunca lo estuvo ni lo estará. Mientras cultiva su hobby, comprar y diseñar
joyas, alienta la desestabilización de golpistas. No puede ser de otra forma.
Siempre revoloteó en su nido. Estados Unidos se lo agradece. Su impudicia no
tiene límite.
Fuente: El Clarín.cl
http://lascotidianasdeenrique.blogspot.com
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