El Clarín.cl / Escrito por Patricio
Valenzuela - Publicado el 09 Abril 2015
Cuando
Michelle Bachelet asumió su segundo mandato, nadie –ni el más conspicuo de los
analistas -, pudo imaginar que en poco más de un año el país estaría viviendo
una crisis político/institucional de tal envergadura.
Ya antes, los
sectores más progresistas (extra duopolio) y aún muchos de los que le prestaron
su voto, manifestaban su frustración e indignación al verse defraudados en el
cumplimiento de un programa, que consultaba precisamente las reformas
estructurales al modelo neoliberal, “pirateadas” desde las organizaciones
sociales y el movimiento estudiantil -como gancho electoral populista- y ver
como eran vilmente transvestidas, en meras reformas periféricas consensuándolas
–en un abrazo fraternal de mutua complicidad-, con los que hace ya 42 años se
adueñaron de nuestro país. Fuimos testigos de los burdos conciliábulos de cocina,
con que se birló la reforma tributaria, camino que han seguido y seguirán todas
aquellas reformas dizque “estructurales” con el objeto de dejar indemne el
modelo, que -recién ahora- terminamos de enterarnos el porqué razones su
estructura no se podía tocar.
Luego fue el
turno de las catástrofes: incendios en Valparaíso, y 15.700 Hts., de bosques
nativos: Lengas y Araucarias centenarias, que fueron arrasados por el fuego
totalmente fuera de control.
Sin embargo,
tanto allí como en los aluviones del Norte, quedaron al descubierto la
descoordinación de las autoridades, la precariedad e insuficiencia de
equipamiento adecuado, la improvisación de los organismos encargados en un país
donde sabemos, que -año a año- estos eventos son recurrentes.
Entonces, hay
que pedir ayuda a países vecinos (que no es malo cuando pueblos hermanos
espontáneamente concurren con su ayuda solidaria), pero cuando es por
incapacidad, por falta de inversión en implementos modernos, imprevisión etc.,
nos damos cuenta cuánto hemos retrogradado como país y cuán desprotegidos
estamos con este un modelo, hecho a la medida para los grupitos de audaces
delincuentes que saquean a diario nuestro país.
Lo mismo en la
gran catástrofe del Norte donde el alud de agua, lodo, relaves mineros, arrasó
como una tromba, cegando vidas (hasta ahora 26 muertos y 150 desaparecidos)
casas, enseres, rompiendo cañerías de desagüe y contaminando el aire de olores
fétidos e irrespirables de lodo contaminado.
Allí también,
se replicaron la improvisación, descoordinación, uso abusivo de maquinarias por
parte de autoridades locales, especulación y robo de la ayuda –cosa muy en
consonancia con el ejemplo de las autoridades centrales.-
La verdadera
solidaridad vino del propio pueblo de los pueblos vecinos y de la juventud
generosa, siempre dispuesta a ayudar.
.
Más de alguno
podría argüir que son catástrofes naturales que de tanto en tanto asolan
nuestro país, pero no es tan así; primero porque siempre se advirtió del
peligro que encierran estos tranques y piscinas donde se acumulan relaves
mineros que representan un constante peligro para las poblaciones aledañas,
además de la contaminación de ríos y napas subterráneas.
Segundo,
porque esa forma de llover en tres o más días lo que en el norte no llovía en
años, claramente es una manifestación del calentamiento global, en la cual la
intervención a la atmósfera -del sistema del capital- con toneladas y toneladas
diarias de monóxido de carbono, hacen que los ritmos ecológicos naturales y
necesarios para la vida, sean ahora erráticos y extemporáneos.
Pero el alud
principal que reventó todas las cañerías envenenando el aire de olores
corruptos y nauseabundos se produjo en pleno centro político del duopolio.
Los datos
abruman y ya no es posible seguir y –tampoco vale la pena-, el desfile de
personajes, operadores, recaudadores, boletas y facturas falsas, mentiras y
contra mentiras, ganancias especulativas al paso etc. etc. Nadie se escapa y si
alguna excepción hubiese, tiene de todas maneras el pecado original de estar
compartiendo el aire enrarecido de una Constitución espuria y un parlamento de
generación ilegítima (binominal) y corrupta, cuyos hábitos -aunque uno no
quisiera en el caso de algunos de la bancada estudiantil-, -operan como una
enfermedad progresiva y contagiosa.
En este
momento podríamos decir que existe un vacío de poder por la pérdida total de
credibilidad y el asalto a la fe pública, todo lo cual origina un cuadro de
total ilegitimidad del gobierno y la institucionalidad actual –que por lo demás
nunca la tuvo-,
La diferencia
nuestra respecto a otras situaciones similares de otros países vecinos o aún
mas lejanos (Grecia, España), es que ellos lograron pergeñar una oposición
fuerte, un pueblo en lucha, que logró desembarazarse de aquellos impostores.
Desgraciadamente
en Chile no estamos en aquella condición.
Aún sufrimos
la secuela de la derrota, la despolitización, la abulia, la abstención y la
quimera del consumismo: tarjetitas de crédito, celulares galácticos etc. etc.
Solo atinamos a abstenernos de votar, lo que a ellos (el duopolio encasquetado
en el poder), les da más o menos lo mismo, les basta una pequeña parte como
ritual procedimental de legitimidad para seguir succionando la teta, robando el
patrimonio de todos los chilenos y usurpando el legítimo derecho de
participación del pueblo soberano en los destinos del país en función del
desarrollo y el bien común.
Ahora sabemos
porqué tenemos que esperar años para ser operados y además la progresiva y
soterrada privatización de la salud pública, el porqué de las jubilaciones
miserables, los trabajos precarios, los exiguos aumentos de sueldo, -mientras
el costo de la vida sube y sube-, los intereses leoninos de la banca y sus
fabulosas ganancias, las alzas de las Isapres, AFPs, la evasión y elusión de
las grandes empresas y por añadidura, la arrogante actitud de los malhechores
que las manejan, la compraventa de políticos, la mascarada de elecciones
“democráticas” etc. etc.
Y yo como
chileno de a pie me pregunto ¿nos merecemos estas autoridades? Nosotros
trabajadores honestos que con nuestros impuestos y sudor llevamos sobre
nuestras espaldas el peso de mantener un país potencialmente riquísimo, pero
-que sin embargo-, con una de las distribuciones del ingreso más regresivas del
mundo. Por qué. Porque así es la esencia del modelo: privatizar las ganancias
explotando y robando egoístamente los recursos y socializando las pérdidas.
En medio de
toda esta miseria moral e ilegitimidad, debemos declarar este parlamento
técnicamente nulo y/o vigente como interino, mientras -y solo mientras- la Sra.
Bachelet encabeza el proceso de una Asamblea Constituyente, que culmine con su
aprobación en un plebiscito nacional, cuyo primer acto oficial será decretar
elecciones nacionales de parlamento y presidente eligiendo aquellos dirigentes
legítimos -que surjan de aquel proceso-, como auténticos representantes del
pueblo soberano.
Eso es lo que
correspondería desde el punto de vista de la ética más elemental y no -lo que
de facto se hará -; que es buscar una salida institucional (léase barrer toda
la basura debajo de la alfombra), con una ley que emanará de la comisión
asesora que legislará acerca de la transparencia y la relación más moderada del
dinero empresarial y la autodenominada “clase política”
(gatopardismo
clásico).
¿Será ese un
destino fatal? Toda la basura que ha salido a plena luz del día ¿no terminará
de operar la esperada transición de la gran mayoría del pueblo chileno de
resignados a indignados y se levante masivamente para cumplir su rol ético de
saneamiento y potestad que le cumple a un pueblo soberano ¡Ahora la pelota está
en nuestro campo!
Stgo. 08.04.
15 P. Valenzuela.
Fuente; El
Clarin.cl
http://lascotidianasdeenrique.blogspot.com
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