Clasificadores
perdieron gran parte de su mercado al tener vedado Centro y Ciudad Vieja.
Carros tirados por caballos cargados de bolsas de
basura, montones de cartones y botellas de plástico; en ellos, familias enteras
recorriendo los contenedores.
El País.com.uy / Andrés Roizen - dom
mar 8 2015 04:26
La imagen es, tristemente, una postal más de Montevideo.
A pesar de la bonanza económica, los capitalinos se acostumbraron a ese
paisaje. Sólo unas pocas voces, cada tanto, se cuestiona su existencia. Por
ejemplo, cuando los animales caen muertos en plena calle o son protagonistas de
un accidente de tránsito.
Sin embargo, ahora parece que se acabó su tiempo. Unos 2.000 clasificadores –la intendencia sostiene que son unos 700– han comenzado lentamente a dejar las calles. En algunos barrios su ausencia es notoria. Además, entre los jerarcas actuales y los candidatos a la IMM hay consenso:_en menor o mayor plazo hay que poner fin a este sistema de recolección y clasificación.
¿Qué sucedió? La comuna capitalina dio el primer gran golpe a los carritos al cerrarles el Centro y la Ciudad Vieja, lugares donde obtenían, de los comercios e industrias, los residuos más valiosos. En esa zona se instalaron contenedores especiales para clasificar, los cuales son cerrados y no permiten que los hurgadores revisen qué hay adentro.
Además, en esos dos barrios se ejerce un amplio control policial.
Quienes entran son detectados a través de las cámaras de seguridad del Ministerio del Interior y en pocos minutos les confiscan los carros. Los clasificadores dicen que ya son más de 20 los que tuvieron que retornar a sus hogares con el caballo a tiro. “Más de 400 personas recorrían el Centro y la Ciudad Vieja y se vieron afectadas por las medidas de la intendencia. No se dio ningún tipo de ayuda, sólo hubo restricciones y exclusión”, explicó a El País Carlos Silva, presidente de la Unión de Clasificadores de Residuos Urbanos Sólidos (Ucrus).
Así, el problema está lejos de solucionarse. Las salidas que se han dado a los clasificadores no han sido suficientes, y las plantas de clasificación de residuos solo emplean a 130 personas, cuando se estima que entre 1.000 y 2.000 se dedicaban a la clasificación callejera.
Sin embargo, ahora parece que se acabó su tiempo. Unos 2.000 clasificadores –la intendencia sostiene que son unos 700– han comenzado lentamente a dejar las calles. En algunos barrios su ausencia es notoria. Además, entre los jerarcas actuales y los candidatos a la IMM hay consenso:_en menor o mayor plazo hay que poner fin a este sistema de recolección y clasificación.
¿Qué sucedió? La comuna capitalina dio el primer gran golpe a los carritos al cerrarles el Centro y la Ciudad Vieja, lugares donde obtenían, de los comercios e industrias, los residuos más valiosos. En esa zona se instalaron contenedores especiales para clasificar, los cuales son cerrados y no permiten que los hurgadores revisen qué hay adentro.
Además, en esos dos barrios se ejerce un amplio control policial.
Quienes entran son detectados a través de las cámaras de seguridad del Ministerio del Interior y en pocos minutos les confiscan los carros. Los clasificadores dicen que ya son más de 20 los que tuvieron que retornar a sus hogares con el caballo a tiro. “Más de 400 personas recorrían el Centro y la Ciudad Vieja y se vieron afectadas por las medidas de la intendencia. No se dio ningún tipo de ayuda, sólo hubo restricciones y exclusión”, explicó a El País Carlos Silva, presidente de la Unión de Clasificadores de Residuos Urbanos Sólidos (Ucrus).
Así, el problema está lejos de solucionarse. Las salidas que se han dado a los clasificadores no han sido suficientes, y las plantas de clasificación de residuos solo emplean a 130 personas, cuando se estima que entre 1.000 y 2.000 se dedicaban a la clasificación callejera.
Fuente: El País.com.uy
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